Presente.

Hoy me levanté, y si, eramos tres. No cuatro, sino tres. Una familia de tres personas. Una mamá, una hermana y yo. Nada mas. Falta algono? Se dieron cuenta seguro y yo también. Por fin caí. Caí en la cuenta de que todo cambio; desde que me levanto hasta que me acuesto. ¿Adivinaron que falta?, les doy una pista es un miembro de la familia que deberia estar conmigo a toda hora, que debería estar conmigo en las cenas, a la noche. Uno que debería vivir en la misma casa que yo, su hija. Es fácil darse por vencido, fácil comprar una casa, fácil...para vos. Sin preguntar, seguis pensando que tus hijas son felices, que les gustó la idea de tener una segunda casa, una segunda vida. No es así; te repito por si no entendiste NO ES ASÍ. Ya se que no se puede soñar con una vida perfecta, con una familia soñada con una mamá y un papá felices, juntos, compartiendo risas y secretos, pero esto paso a ser una oscuridad constante, un VACÍO. Se dividió la familia, las fiestas, los cumpleaños (mi cumpleaños), las vacaciones, las salidas un sábado a la noche a comer con amigos, los viajes a provincia a ver a la familia, nosotros...los cuatro juntos. Supongo que me tengo que acostumbrar, ¿no? Porque eso ya no va a volver, ya cambio...y para mal.